Por Bruno Cortés
En medio de los debates y jaloneos del Congreso mexicano, hay temas que pasan medio desapercibidos pero que pegan directo en lo que comemos, respiramos y hasta en cómo se ve el paisaje de nuestro país. Esta vez, la que levantó la mano fue la diputada María del Rosario Guzmán Avilés, del PAN, con una iniciativa que podría cambiar la forma en que sembramos, criamos ganado o pescamos en México. En pocas palabras: quiere meterle cabeza (y ley) al tema de la sustentabilidad en el campo y el mar.
Su propuesta suena técnica, pero la lógica es bastante clara: hacer que la agricultura, la ganadería, la pesca y la acuacultura sean más amigables con el medio ambiente. ¿Cómo? Reformando el artículo 5 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, para que desde el gobierno federal –con la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) al frente– se promuevan de forma activa prácticas sustentables y regenerativas. No es solo sembrar bonito, sino hacerlo bien para que la tierra y el agua nos duren.
Y es que los datos no mienten. Según el INEGI, al cierre de 2024, más de 6 millones de personas trabajaban en el sector primario (campo y mar), lo que representa una décima parte de la fuerza laboral del país. Además, este sector no es menor: su aportación al Producto Interno Bruto superó los 852 mil millones de pesos en el tercer trimestre de 2024, con un crecimiento del 4.9 %. O sea, no solo da de comer, también sostiene buena parte de la economía nacional.
Pero aquí viene el otro lado de la moneda: muchas de estas actividades, si se hacen sin control, afectan directamente al medio ambiente. La agricultura intensiva, por ejemplo, arrasa con bosques y selvas para ganar terreno, mientras que la ganadería mal manejada contamina suelos y ríos. Y eso sin contar la pesca excesiva o los criaderos que dañan ecosistemas marinos. Lo que propone Guzmán Avilés es prevenir que la búsqueda por producir más termine por dejarnos con menos: menos suelo fértil, menos agua limpia, menos biodiversidad.
Ella lo resume con claridad: “El volumen de producción no va a disminuir, al contrario, va a crecer porque la población crece. Entonces es urgente que se produzca de forma sustentable”. Es decir, no se trata de frenar al campo, sino de darle herramientas y normas para que no destruya lo que en realidad lo mantiene vivo: la naturaleza misma.
La propuesta ya fue turnada a la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales, donde será discutida. Si logra avanzar, marcaría un paso importante para que el desarrollo rural en México no solo sea productivo, sino también respetuoso con los ecosistemas que lo hacen posible.
Así que mientras en la política nacional se habla de presupuestos, elecciones o crisis diplomáticas, también se cuecen reformas como esta, que tal vez no generen titulares escandalosos, pero que podrían asegurar que nuestro país siga produciendo comida sin cargarse el planeta en el intento. Porque el futuro del campo también se escribe en el Congreso.
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