Por Bruno Cortés
¿Te imaginas que uno de los motores más grandes de la economía mexicana no tenga una ley propia que lo respalde? Pues así ha operado la industria automotriz durante años: bajo reglas dispersas, sin un marco que jale parejo hacia un mismo rumbo. Pero eso podría cambiar pronto, si avanza la iniciativa que presentaron los diputados César Augusto Rendón García y Federico Döring Casar, del PAN.
La propuesta busca expedir una nueva Ley General de Fomento, Protección y Desarrollo de la Industria Automotriz y su Cadena de Valor. Suena rimbombante, pero en palabras simples, es un intento por poner orden, dar certidumbre y fortalecer a un sector que genera empleos, inversiones, tecnología y muchas de las exportaciones que mantienen al país andando.
Si esta ley se aprueba, varias secretarías se van a poner las pilas. Hacienda, por ejemplo, tendría que diseñar apoyos fiscales y financieros para que las empresas del sector inviertan en infraestructura, modernicen su tecnología o capaciten mejor a sus trabajadores. También estaría obligada a crear instrumentos que protejan al sector ante crisis globales, como pandemias, escasez de chips o guerras comerciales.
Por su lado, la Secretaría de Economía coordinaría acciones para impulsar la innovación, la electromovilidad, la digitalización y el desarrollo de clústeres regionales (esos ecosistemas donde se juntan fábricas, universidades, proveedores y empresas grandes para crecer juntos). Además, habría reglas más claras y ágiles para facilitar inversiones, fusiones, o la llegada de nuevas marcas, sobre todo ahora que el nearshoring —eso de traer fábricas cerca de EE.UU.— está de moda.
Y como no todo es producción y exportación, la Secretaría del Trabajo también entraría al juego, garantizando que los trabajadores de esta industria tengan condiciones laborales justas y derechos bien protegidos, porque si algo ha dejado claro el nuevo contexto del T-MEC, es que los estándares laborales ya no son negociables.
Pero ¿por qué tanta urgencia con esta ley? Porque los números hablan solos. En 2024, la industria automotriz generó 95 mil millones de dólares en exportaciones y un superávit comercial de 52 mil millones. México es el séptimo productor mundial de vehículos y el cuarto exportador global, lo que se traduce en más de 980 mil empleos directos y casi 5 millones de empleos indirectos.
Además, esta industria representa el 4% del PIB nacional y el 20% del PIB manufacturero. Es decir, es un peso pesado. Y sin embargo, no cuenta con una ley que la estructure de manera integral. Hasta ahora ha ido sorteando obstáculos con esfuerzos dispersos y normas parchadas. La iniciativa panista busca remediar eso.
La propuesta ya fue turnada a las comisiones de Economía, Hacienda y Presupuesto en la Cámara de Diputados. Ahora está en manos del Congreso convertir esta visión en ley. Porque si queremos que México siga siendo un hub automotriz global, necesitamos más que suerte y ubicación geográfica: hace falta estrategia, visión de largo plazo y reglas claras.
Y eso, justamente, es lo que promete esta ley: hacer que México no solo ensamble autos, sino que lidere el camino hacia el futuro de la movilidad.
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