Por Bruno Cortés
A veces, en medio del ajetreo político del Congreso, entre discusiones de reformas y votaciones acaloradas, también se cuela un poco de arte. Y eso fue justo lo que pasó en el Espacio Cultural San Lázaro, dentro de la mismísima Cámara de Diputados, donde la música clásica y popular hizo una pausa en la agenda política para dejar que las emociones hablaran más fuerte que los discursos.
El evento, organizado por la Junta de Coordinación Política (Jucopo) —que dirige el diputado Ricardo Monreal Ávila, de Morena—, no fue cualquier acto cultural de relleno. En realidad, se trató de una colaboración con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de su Coordinación Nacional de Música y Ópera. ¿El resultado? Un concierto titulado “Artistas de Bellas Artes”, que no solo demostró la calidad artística mexicana, sino que también subrayó algo importante: que la cultura también es una política pública.
En el escenario estuvieron dos grandes de la música: la mezzosoprano María Luisa Tamez y el pianista José Luis Trujillo. El programa, titulado “De España vengo… tonadillas, boleros y habaneras”, fue una auténtica travesía musical entre la tradición ibérica, las raíces latinoamericanas y el arte vocal de alto nivel. Sonaron piezas de compositores como Joaquín Turina, Enrique Granados, Maurice Ravel y Manuel de Falla, hasta llegar a la clásica habanera “La paloma” y al bolero francés “Zaïde”, de Héctor Berlioz.
¿Y por qué es importante esto, más allá del deleite musical? Porque cuando el Congreso abre espacio para este tipo de actividades, manda un mensaje claro: la cultura no es un lujo, sino un derecho. Y además, es un terreno común donde todos los colores políticos pueden coincidir, aunque sea por unos minutos.
María Luisa Tamez, con más de tres décadas de carrera, no necesita muchas presentaciones. Su voz ha recorrido los escenarios de la Filarmónica de París, la de Berlín, la de Los Ángeles, y ha sido reconocida tanto en México como en el extranjero. A su lado, José Luis Trujillo, joven talento mexicano que ha hecho mancuerna con disqueras como Universal y Sony, y que además ha pisado escenarios imponentes como el Auditorio Nacional.
Este tipo de actividades en San Lázaro, aunque parezcan anecdóticas, también son una forma de hacer política pública. Sí, porque llevar cultura a espacios públicos es parte de lo que el Estado debe garantizar. No todo se trata de presupuestos y reformas fiscales. También se trata de acercar el arte a la gente, incluso en el corazón de la política nacional.
Así que sí, hubo boleros en el Congreso. Y no es ironía, es una forma distinta —pero igual de necesaria— de hablarle al país.
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