Por Bruno Cortés
En tiempos donde la desinformación se viraliza más rápido que una selfie mal encuadrada, la Embajada de México en los Estados Unidos ha tenido que salir al paso con un contundente “¡FALSO!” estampado en rojo sobre un documento apócrifo. El papelito en cuestión, disfrazado con el logo del Departamento de Estado gringo, afirmaba que varios políticos mexicanos —entre ellos Ricardo Monreal, Layda Sansores y Samuel García— estaban más cerca de los cárteles que del Congreso. Spoiler alert: no es cierto.
El posteo oficial, emitido desde la cuenta de la embajada el pasado 3 de junio a las 23:33 UTC, fue claro como tequila blanco: el documento no tiene validez, no proviene de ninguna dependencia estadounidense y forma parte de una campaña de desinformación que, aunque torpe en diseño, logró sacudir redes sociales con una rapidez pasmosa. Porque cuando se trata de escándalos políticos y narcos, el algoritmo no necesita invitación.
La respuesta fue más que un desmentido: fue un llamado de atención. En un entorno donde la información circula sin freno y con pocas ganas de verificar fuentes, la embajada hizo lo que muchas veces se le exige a la clase política y diplomática: actuar con prontitud y sin rodeos. Su mensaje incluyó un llamado urgente a consultar únicamente medios oficiales y evitar la difusión de rumores que puedan escalar en tensión diplomática.
Uno de los nombres más sonados en el panfleto trucho fue el de Ricardo Monreal, quien lejos de esconderse, enfrentó los señalamientos como quien ya ha pasado por varias temporadas de esta telenovela política. “Estoy muy tranquilo porque el que nada debe, nada teme. Nunca he estado frente a un ministerio público en mis 44 años de vida política”, dijo con tono sereno, pero no sin cierto hartazgo, en conferencia desde San Lázaro.
Y no es para menos. El senador con licencia ha sido blanco de ataques similares desde los noventa. “He caminado con la adversidad desde hace décadas”, declaró recientemente en entrevista, recordando que esto no es un capítulo nuevo, sino una reedición de viejos intentos por manchar su trayectoria. Como buen político de la vieja guardia, no niega la guerra sucia, solo la cambia de plataforma: de los pasquines a los trending topics.
Lo interesante del caso es que llega en un momento estratégico. Monreal tiene un papel clave en el diseño de los periodos legislativos extraordinarios y su voz todavía resuena con fuerza en Morena. ¿Coincidencia? Difícil creerlo. La campaña de desprestigio también menciona a Marina del Pilar, gobernadora de Baja California, cuyo caso de revocación de visa sí fue confirmado, lo que enciende aún más las alarmas sobre la intención de meter a todos en la misma licuadora mediática.
El problema es más grande que un simple montaje mal hecho. Estamos ante un caso de manual sobre cómo una mentira bien envuelta puede generar daño real. Las fake news no solo desinforman: erosionan instituciones, polarizan la opinión pública y, como en este caso, intentan dinamitar relaciones internacionales delicadas.
Al final, la lección es clara: no todo lo que parece oficial lo es, especialmente cuando llega por cadena de WhatsApp con letra Times New Roman y firma mal escaneada. En política, como en la vida, la verdad necesita defensa constante. Y sí, también memes con la palabra “FALSO” bien grande para que quede claro hasta para el cuñado conspiranoico.
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