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Despierta tras 46,000 años congelado: el gusano siberiano que desafía los límites de la vida

Un equipo de científicos ha logrado revivir un gusano microscópico que permaneció congelado en el permafrost de Siberia durante aproximadamente 46,000 años. Este hallazgo, considerado uno de los más sorprendentes de la biología moderna, demuestra hasta qué punto la vida puede resistir el tiempo y las condiciones extremas.

El nemátodo, identificado como una nueva especie bajo el nombre Panagrolaimus kolymaensis, fue hallado en una madriguera fosilizada de ardillas árticas a 40 metros de profundidad. Su antigüedad fue confirmada mediante datación por radiocarbono, estimando que el suelo que lo contenía se formó entre 45,000 y 47,000 años atrás.

El gusano sobrevivió gracias a un proceso conocido como criptobiosis, un estado biológico en el que el metabolismo se detiene por completo. En este estado, los organismos pueden resistir la falta de oxígeno, la congelación extrema y la deshidratación sin sufrir daños celulares.

Al ser descongelado bajo condiciones de laboratorio, el gusano recobró actividad casi de inmediato y comenzó a reproducirse asexualmente, lo que indica que su estructura celular se conservó en perfecto estado durante decenas de milenios.

Similitudes genéticas y la molécula protectora

El estudio reveló que esta nueva especie comparte genes con el nemátodo Caenorhabditis elegans, ampliamente utilizado en investigación biológica. Ambos organismos tienen la capacidad de producir trehalosa, un azúcar que protege las células del daño provocado por congelación y deshidratación.

Este descubrimiento, realizado por científicos del Instituto de Problemas Fisicoquímicos y Biológicos en Ciencias del Suelo de Rusia, también ha despertado el interés de investigadores de la UNAM, quienes destacan las posibles aplicaciones médicas y científicas del hallazgo.

Potenciales aplicaciones médicas

Aunque los especialistas advierten que congelar y revivir seres humanos sigue siendo ciencia ficción, el hallazgo abre caminos más realistas: crear bancos de órganos y tejidos humanos que puedan ser preservados durante largos periodos sin deterioro celular. Esto revolucionaría la medicina de trasplantes, la investigación genómica y la conservación de especies en peligro.

Además, la criptobiosis podría inspirar nuevas formas de preservar vacunas, alimentos y medicamentos, o incluso proteger astronautas durante viajes espaciales prolongados.

Una lección de humildad desde el hielo

Más allá de la tecnología, el gusano milenario nos recuerda algo fundamental: la vida no gira en torno al ser humano. “El ser humano se puede extinguir, pero la vida como fenómeno continuará”, señalan investigadores de la UNAM. Este diminuto organismo demuestra que la vida puede ser infinitamente más resistente que nuestra especie, y que muchas formas de existencia sobreviven mucho después de nosotros.

Mientras la ciencia sigue explorando los misterios del pasado enterrado bajo el hielo, descubrimientos como este reafirman una verdad profunda: la vida siempre encuentra una forma.

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