Por Juan Pablo Ojeda
A los mexicanos les encanta contar los días para sus fiestas, y si hay una que realmente emociona al país, es el Mundial de futbol. Por eso, este miércoles se encendió el reloj de cuenta regresiva rumbo a la Copa Mundial 2026, y no fue un gesto menor. A exactamente un año del silbatazo inicial, México empieza a calentar motores para convertirse, por tercera vez en la historia, en anfitrión de la máxima cita del futbol. Solo que ahora no estará solo: Estados Unidos y Canadá también serán sede, en lo que será un evento histórico de tres países organizadores.
El Estadio Azteca, el gigante de concreto donde Pelé en 1970 y Maradona en 1986 se convirtieron en leyendas, será nuevamente protagonista. El 11 de junio de 2026 albergará el partido inaugural, con la Selección Mexicana como local, frente a un rival aún por definirse. Eso convertirá al Azteca en el primer estadio en ser sede de tres Copas del Mundo. Y claro, lo están dejando como nuevo, con una inversión de cerca de 100 millones de dólares. Habrá internet de alta velocidad, vestidores cómodos, accesos más ágiles y una cancha de última generación, pero todo sin perder el alma del estadio que vibra como pocos en el mundo.
Las otras dos sedes mexicanas tampoco se quedan atrás. Guadalajara, con su moderno Estadio de las Chivas, y Monterrey, con su estadio inaugurado apenas en 2015, también serán parte del espectáculo. Guadalajara, que ya fue casa de Pelé en el 70, honrará su legado con una estatua del “Rey”, mientras que el pasto será renovado por recomendación de FIFA con una variedad especial: Bermuda North Bridge, ideal para el calor tapatío.
En Monterrey, los organizadores tienen la mirada puesta más allá del torneo. Buscan dejar un legado duradero para todo Nuevo León, con beneficios para los 51 municipios del estado. Porque el futbol es emoción, pero también infraestructura, empleo, turismo y crecimiento regional. Y eso lo tienen bien claro.
Más allá de los goles y los himnos, el turismo jugará un papel clave. Como lo dijo Íñigo Riestra, secretario de la Federación Mexicana de Futbol, México ofrece algo que otros no tienen: puedes ver un partido en el Azteca, otro en Guadalajara, pasar por Monterrey y luego tomarte unos días en Cancún, Los Cabos o San Luis Potosí. Porque aquí, la pasión por el futbol viene acompañada de playas, volcanes, comida y hospitalidad.
Con la mira en una Copa del Mundo segura y sin sobresaltos, los gobiernos estatales ya trabajan para garantizar tranquilidad total a los equipos y a los aficionados. En contraste con los problemas de violencia migratoria en EE.UU., México quiere dejar claro que la pelota sí podrá rodar en paz en su territorio.
Por supuesto, el sueño de volver a ver a la Selección Mexicana llegar al quinto partido está en el aire. Como en el 70. Como en el 86. Aunque es una meta ambiciosa, el simple hecho de ser anfitriones de nuevo ya se vive como una victoria nacional. Porque si algo saben los mexicanos es organizar fiestas inolvidables. Y esta, sin duda, será una de las más grandes.
Con el reloj oficialmente en marcha, la cuenta regresiva ha comenzado. Y aunque falte un año, la emoción ya se siente como si el Mundial empezara mañana. La pelota todavía no rueda, pero en el corazón de México, la fiesta ya empezó.
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